Cuando las armas de fuego se impusieron al cuerpo a cuerpo hacia fines del siglo XIX, China -el centro del mundo- tuvo que mirar hacia fuera. Muchos artistas marciales se desilusionaron y algunos abandonaron su arte. Otros, que no tenían cómo ganarse el sustento, continuaron enseñando kungfu para sobrevivir. Pero ni ellos ni sus alumnos encararon este arte con la misma seriedad que se exigía en el pasado. Las artes marciales tradicionales y sus maestros se habían vuelto obsoletos.
Irónicamente, hoy, a comienzos del siglo XXI, se está redescubriendo lo valioso del kungfu. El arte de lucha eclipsado hace más de un siglo por las armas de fuego se ha vuelto una herramienta
vital y valiosa para el mantenimiento de la salud, para estar en forma, para el desarrollo personal y como recreación. Lo que una vez fue obsoleto vuelve a ser útil. Sin embargo, la práctica
actual del kungfu arrastra vicios de aquellos oscuros días de su derrota. La ligereza en el entrenamiento que empezó hace cien años se combinó con la codicia de la sociedad actual, que busca la
gratificación inmediata, dando lugar a un fenómeno curioso: la falta de entrenamiento básico.
Como necesitaban justificar ese enfoque más ligero del entrenamiento, los maestros y promotores de hace cien años empezaron a poner excesivo énfasis en los conceptos psicológicos y religiosos. Esto creó alrededor del kungfu un halo de misterio. El entrenamiento sin esfuerzo ni dolor se convirtió en algo razonable y justificable.
Al mismo tiempo, algunos artistas marciales hábiles, pero quizás no muy honrados empezaron a promover la idea de los llamados "estilos internos". No importa cuán elegantes fueran sus palabras, lo que ellos estaban diciendo realmente es que uno puede alcanzar los niveles más altos sin transpirar. ¿Sería sensato creer a un consejero financiero que nos dice que podemos hacernos millonarios sin invertir ni arriesgar? ¡Si esto no es una fantasía, entonces debe ser una lotería! Yo no soy ningún experto en fantasía, pero todos sabemos que las probabilidades de ganar la lotería son muy pequeñas.
LO INTERNO Y LO EXTERNO
En el kungfu, "interno" y "externo" son distinciones de nivel, no distinciones de estilo. No importa el estilo que se practique, todos debemos empezar por lo externo y trabajar como demonios, es decir con esfuerzo e incomodidad. Estamos hablando de sangre, sudor, y lágrimas. A través de esta labor física y mental, podremos alcanzar los niveles más altos en el estilo que elegimos, y ahí es donde comienza el verdadero entrenamiento "interno". Cuando el entrenamiento externo alcanza su madurez nos ganamos el derecho para estudiar el kungfu interno porque ya tenemos las habilidades físicas, mentales y psicológicas necesarias.
El entrenamiento básico desarrolla mucho más que fuerza física y equilibrio. También ayuda a desarrollar el carácter, a reforzar el autoconocimiento corporal, y a cultivar la paciencia, la resistencia psicológica, la disciplina y la concentración.
Algunas personas no desean meterse en profundidades y son felices con esta elevación instantánea que les brinda la práctica vacía. Y en ese caso nosotros también nos alegramos de que el kungfu les brinde algo de satisfacción. Sin embargo creo que también hay personas que no se conforman con una cáscara bonita pero vacía y tienen la visión y el potencial necesarios para alcanzar los niveles más profundos en este arte. Si no encuentran un maestro o escuela de kungfu auténtico pueden sentir cierta insatisfacción, o que les está faltando algo. O tal vez se den por satisfechos porque ignoran los tesoros que guarda en su interior el verdadero kungfu. Si uno no tiene la llave, no podrá abrir la puerta, ni siquiera la ventana.
BUSCANDO UN CAMINO
Someterse al entrenamiento básico no es una indignidad ni una deshonra para el estudiante. No degrada al practicante a un nivel inferior, como si fuera un ciudadano de segunda categoría. He notado que algunas personas mantienen una extraña actitud, exageradamente sensible, sobre su identidad en kungfu. Esta actitud, junto con el síndrome de la comida rápida, la búsqueda de resultados inmediatos, interfiere en el desarrollo del estudiante, lo frena y daña seriamente su potencial. Hay que superar estas actitudes si uno quiere alcanzar los niveles más profundos del arte. De hecho, yo pongo énfasis en el entrenamiento básico por respeto hacia la habilidad del practicante y su potencial. Creo que los alumnos tienen la capacidad de construir rascacielos, no sólo cabañas.
LA CONSTRUCCIÓN DE LA PRÁCTICA
Si pasas cerca de un terreno en el que van a construir un enorme edificio de millones de dólares, ¿qué ves? ¿Obreros levantando paredes y poniendo puertas y ventanas? ¿Sería seguro un edificio que se empieza a construir de esa manera? Lo que seguramente verás es un enorme y profundo pozo en la tierra sobre el que se va a cimentar el edificio. Por eso es que nuestro kungfu no empieza con la práctica de las formas. Empezar la construcción de nuestra casa poniendo primero los ladrillos sobre la tierra puede hacernos sentir bien, pero nos estaríamos engañando. Al dedicarnos al entrenamiento básico, durante un tiempo no veremos una bella estructura elevándose sobre la tierra, sino un pozo cada vez más y más profundo. Es muy importante entender esto: ¡el entrenamiento básico no es kungfu de bajo nivel! Es el hormigón y el acero sobre los que se apoyará nuestro rascacielos de kungfu. Un artista marcial que practica diligentemente lo básico es alguien que respeta de verdad su arte y sus habilidades. Una persona así es probable que reciba grandes recompensas.
Por supuesto no todo el mundo tiene el deseo, el tiempo, la energía o el talento necesarios para someterse al entrenamiento intensivo y riguroso necesario para convertirse en un artista marcial profesional. Para aquellos con necesidades diferentes, el entrenamiento básico, practicado correctamente pero con una intensidad adecuada a cada situación y objetivo personal, todavía es indispensable. Gente de todas las edades y niveles son capaces de enfrentar este desafío y obtener beneficios. Después de todo, si uno no desarrolla la habilidad de ejecutar los movimientos de todo el cuerpo propios del kungfu, los órganos internos no recibirán el beneficioso masaje que esta práctica genera, y tampoco la energía fluirá libremente a través de todo el cuerpo.
Si alguien practica kungfu sólo como entretenimiento o para mejorar su salud no se le va a exigir que construya un Empire State. Sin embargo, el entrenamiento básico es lo que permitirá a cada uno construir con éxito su propio rascacielos a medida, cumpliendo así sus objetivos personales y creando algo digno de admirar.
Texto: Adam Hsu (Xu Ji)