La Basílica del Pilar de Zaragoza tiene un carácter que la hace especialmente singular, y es que presenta los únicos vestigios de simbolismo taoísta en un templo occidental, símbolos de carácter cosmológico y alquímico. Asímismo, el templo, tiene una estructura general que representa el proceso cosmogónico chino.
De forma coetánea a la fecha de construcción del Pilar, siglo XVll - XVIII, (el día del Apóstol Santiago del año 1681 se puso la piedra fundacional del nuevo Templo), se despliega la influencia de la Compañía de Jesús en China, y con ello sus intentos de traducción de los conceptos Metafísicos, Religiosos, Cosmológicos, con los consiguientes intercambios culturales.
El simbolísmo mas representativo de la basílica es el de los llamados hexagramas, estos signos están formados por seis líneas alternativamente continuas y discontinuas. Nos referimos a los realizados en ladrillo y presentes en las paredes externas de los cimborrios de las ocho cúpulas de las naves laterales. Pertenecen a la antigua tradición China y se atribuyen al emperador primordial Fu Xi, son signos de base matemática binaria, representando los pares de opuestos y complementarios: uno-cero, yang-yin, masculino-femenino, luz-sombra, etc.
En la tradición taoísta son 64 los hexagramas que representan el código del Yijing o ‘I Ching’ (易經), EL Libro de los Cambios, el clásico que recoge la cosmovisión representada por estos símbolos.
Como podremos apreciar, éste símbolo se repite en cada una de las caras de los 8 cimborrios octogonales de la Basílica del Pilar de Zaragoza. Así pues, aparece 64 veces.
Apreciemos que en consonancia con estas secuencias, los números que podemos apreciar en el exterior de la Basílica son: 1 cúpula central, 2 elípticas en los lados, 4 torres, 8 cimborrios con 8 lados, mientras que los números que nos faltan exteriormente, 16 y 32, se encuentran en el interior de la Basílica, en la Santa Capilla, de tal forma que a la columna de la Virgen la rodean 32 labras simbólicas realizadas en las 16 puertas de nogal y le cubren las 32 esculturas de Ángeles, Doctores y Padres de la Iglesia que permanecen sobre el dosel de la capilla.
El hexagrama que aparece en los cimborrios es precisamente el hexagrama número 64 del clásico del I Ching. El número 64 de estos hexagramas, el Wei Chi, representa la previa unión del Cielo y la Tierra, el espíritu y la materia, el azufre y el plomo, el Sol y la Luna, el Fuego y el Agua.
Es la unión del trigrama Li y del trigrama Kan, y representa la conjunción de los dos ingredientes con los que se prepara el Elixir de la Inmortalidad.
Kǎn (坎) y Li (離) son dos conceptos que se mencionan con frecuencia en los diferentes textos taoístas sobre alquimia interna. Se les otorga una gran importancia ya que se considera que el deterioro y posterior envejecimiento que sufre el cuerpo humano, se debe al desequilibrio entre estos dos tipos de energías. Durante largo tiempo los maestros taoístas, buscadores de la inmortalidad, estudiaron y desarrollaron diversos métodos que permitiesen mantener ese equilibrio, evitando la aceleración de los procesos destructivos corporales, retardando así el proceso de degeneración y por lo tanto, prolongando la vida. Al principio pensaron que el elixir de la inmortalidad se encontraba en sustancias químicas provenientes de los metales (plomo, mercurio, cinabrio) o en preparados de distintas hierbas. Después de mucho experimentar concluyeron que el elixir realmente se hallaba en el propio cuerpo. Así nacieron técnicas y métodos de cultivo interno que quedaron inmersos en sistemas como el Taijiquan, el Qigong o en prácticas como el Neidan, la meditación, los ejercicios respiratorios o los regímenes alimenticios.
Este hexagrama, llamado Wei Chi, o ‘Antes de la consumación’, simboliza el tiempo en el cual todavía no se ha consumado la transición del desorden al orden. La transformación, por cierto, ya está preparada, puesto que todos los trazos del trigrama de arriba guardan relación con los del trigrama de abajo. Pero todavía no se hallan en su sitio. Mientras que el signo anterior se asemeja al otoño que forma la transición del verano al invierno, este signo es como la primavera que, partiendo del período de estancamiento del invierno, conduce hacia el tiempo fértil del verano.
Las circunstancias son difíciles. La tarea es grande y llena de responsabilidad. Se trata nada menos que de conduceir al mundo para sacarlo de la confusión y hacerlo volver al orden. Es una tarea que puede conducir al éxito, puesto que hay una meta capaz de reunir las fuerzas divergentes. Solo que, por el momento, todavía hay que proceder con sigilo y cautela, es preciso proceder como lo hace un viejo zorro al atravesar el hielo. En la China es proverbial la cautela con que el zorro camina sobre el hielo. Atentamente ausculta el crujido y elige cuidadosamente y con circunspección los puntos más seguros. Un zorro joven que todavía no conoce esa precaución, arremete con audacia, y entonces puede suceder que caiga al agua cuando ya casi la ha atravesado, y se le moje la cola. En tal caso, todo el esfuerzo ha sido en vano.
En forma análoga, en tiempos anteriores a la consumación, la reflexión y la cautela constituyen la condición fundamental del éxito.
Que el último hexagrama de I Ching, el número 64, sea ‘Antes de la Consumación’, en vez de ‘Después de la Consumación’, se debe a que en el Sistema de las Mutaciones no hay ningún final. El círculo se cierra sobre sí mismo y el cambio es continuo y eterno, como la órbita de la Tierra alrededor del Sol. Tras el hexagrama 64 aparece, de nuevo, el hexagrama 1, o quizá otro cualquiera según la cantidad o tipo de mutaciones; pues cualquiera puede transformarse en cada uno de los otros sesenta y tres hexagramas si muta.
En el tratado de Alquimia, de Lu Kuan Yu, comenta:
«La permanencia en el centro para realizar la unidad del cielo y la tierra se consigue sólo uniendo el sol y la luna. El sol representa el corazón, y la luna, la cavidad Dantian inferior, simbolizados respectivamente por el dragón y el tigre. Cuando se alcanza la unificación del cielo y la tierra, las luces del sol y la luna se funden frente a la cavidad original del espíritu en el centro de la cabeza donde los tres tesoros se unen (la fuerza generativa, la vitalidad y el espíritu), donde asientan el corazón y el intelecto vacíos, y no hay yo mismo ni otros.»
Este hexagrama representa esencialmente la fase previa a la interpenetración del Fuego con el Agua, o el Sol con la Luna, correspondiendo en la iconografía tradicional cristiana con la mujer del Apocalipsis, "Vestida de Sol y con la Luna bajo sus pies", como la misma Asunción de la Virgen María, que se muestra en la Basílica:
Existen elementos iconográficos paralelos entre la Virgen María, que no deja de ser la misma que trajo el Pilar a este lugar, y la diosa Guan Yin china, pues las dos son la referencia de la Diosa del Amor, que comprenden los sentimientos de temor y responden a las peticiones de ayuda con su Compasión. La Virgen del Pilar, aparece en el interior de la Basílica como una talla de marfil, también con un niño en los bazos, portando una bola y un rosario de cuentas.
También podemos encontrar similitudes entre Santiago con su báculo y calabaza y el inmortal taoista Shao-Lao. La calabaza en la tradición china era portadora de los dos elementos con los que se realizaba el elixir de la inmortalidad. Estos dos elementos portados por estas manos son los que se encuentran unidos en el la Basílica del Pilar.
Correspondencia Numérica
Como veremos en el siguiente esquema, volviendo al hexagrama Wei Chi, vemos que éste está formado por seis líneas, alternativamente continuas y discontinuas que corresponden al lenguaje informático binario de seis «bit». De tal modo que la Basílica del Pilar sería el primer templo occidental que utilizaría las cifras del lenguaje informático para representar ideas y símbolos abstractos.
En este sistema de representación, si asignamos, como ya lo hizo Leibniz, a la raya continua el valor uno y a la raya partida el valor cero, comprobamos que éste hexagrama, Wei Chi, reproduce al número 42 en cifras binarias.
Podemos realizar una aproximación apoyándonos en la representación cifrada del número 42, con lo que corroboraremos su propósito y el conocimiento de su significado:
· Los eclipses de Sol, sólo pueden ocurrir en Luna Nueva, y cerca de los nodos de la órbita de la Luna. Cuando se producen los eclipses solares, estos eclipses pueden esperarse en familias cuyos miembros están separados por ciclos de Saros. Durante este periodo de Saros se produce el mismo número de eclipses solares, concretamente 42.
· 42 es el número que conecta de forma significativa el mundo de los números primos con la física cuántica, a través de la distribución de números primos en la Hipótesis de Riemann. La hipótesis de Riemann, por su relación con la distribución de los números primos en el conjunto de los naturales, es uno de los problemas abiertos más importantes en la matemática contemporánea.
· Existe un concepto hipotético de medio de transporte llamado tren gravitacional. En esencia, es un tren que atraviesa un planeta de un extremo a otro pasando por su núcleo. La duración del viaje depende de la densidad y la gravedad del planeta en cuestión. En el caso de la Tierra, los cálculos indican que ese viaje se haría en 42 minutos.
· Si hay un colectivo que ha elevado el número 42 a la categoría de número de culto, ese es el de los programadores. 42 es 101010 en binario y el carácter número 42 en ASCII es el asterisco, que se considera un comodín.
En la Basílica del Pilar, la puerta derecha que jalona el mismo ‘Pilar’ representa el «Signo de la Alianza» o Arco Iris, y podemos advertir en el mundo de la física que precisamente el ángulo de refracción del rayo de sol “fuego” que penetra en la gota “agua” cuando se forma el Arco Iris es precisamente el ángulo 42.
El arco iris es el signo de la alianza establecida con Noé, padre de las tres razas, y por tanto el signo de la Alianza Universal. Esta Alianza es la establecida con los 'pueblos' de las naciones gentiles descendientes de Noé, la figura de Melquisedec, rey de Salén, que se cuenta entre ellas y lo atestigua de forma impresionante. Tanto el gentil Job como el mismo Confucio pertenecen a la alianza de Noé, que en cierto modo puede considerarse como el ámbito de las religiones de la humanidad. La Iglesia, al venerar a esos 'gentiles santos' atribuye también cierta validez a sus actos de culto y servicio divino.
El Dào Dé Jīng o Tao Te Ching, obra referencial del Taoísmo, es una antología de proverbios y contemplaciones breves sobre el Tao, el Camino. Considerado el texto clásico del taoísmo, expone en imágenes poéticas y precisos aforismos las bases del más importante sistema filosófico.
capitulo 42:
El Tao engendra el Uno,
el Uno engendra el Dos,
el Dos engendra el Tres.
El Tres engendra todos los seres.
Todas las cosas dan la espalda a lo oscuro
y se dirigen hacia la luz.
La energía fluyente les da la armonía.
El uno es la esencia primordial, que da paso a la existencia de una dualidad complementaria que a su vez se une y da forma al Qi o energía vital, que es origen de todo.
En este punto se observa un interesante paralelismo con la noción del Arkhé, concepto fundamental en la filosofía de la antigua Grecia que significaba el comienzo del universo o el primer elemento de todas las cosas, principio supremo unificador de los fenómenos y que está en la base de todas las transformaciones de las cosas.
Para entender esta reflexión basta con hacer referencia a la filosofía antigua, al neoplatonismo. Igualmente se emparentan con ella las especulaciones de los primeros cristianos sobre la Trinidad. Concepciones parecidas se dan incluso en épocas recientes. El movimiento dialéctico de Hegel, que consiste en tesis, antítesis y síntesis, y esta última transformándose a su vez en punto departida de lo que sigue, se basa en una concepción idéntica a la expresada por Laozi. Las dos fuerzas primordiales, de las que surge el mundo visible como tercer elemento, son el Cielo y la Tierra, el Yang (la energía clara) y el Yin (la energía oscura), la escala positiva y negativa, lo temporal y lo espacial, globalmente, los pares de opuestos que generan lo manifestado.
Axis mundi
También la Basílica del Pilar presenta un signo emblemático para la civilización tradicional china, concretamente el símbolo del Invariable Medio (Zhong Yong), que es el lugar del equilibrio perfecto, de alguna manera, una imagen que refleja el Centro universal o 'Pilar'.
El pilar o «axis mundi» para la china tradicional lo podemos ver en el marco o jambas que presentan las ventanas del campanario de las torres occidentales de la Basílica. Concretamente observemos la más antigua, en la que las jambas están construidas con piedra sobre el fondo de ladrillo, posiblemente para subrayarlo de forma clara. Este signo llamado “Fu” es emblema del emperador chino en su carácter de «Pilar» o «Eje» de todo el «País del Medio», manera con que designaban a China sus moradores.
Durante la dinastía Ming, este emblema lo llevaban los Emperadores en su túnica amarilla de ceremonia a la derecha del dragón, o bien alrededor del cuello, también lo llevaban, como podán ver mas adelante, duplicado y cerca de los pies.
La figura 亞 (黻, FU) representa dos animales con su parte trasera juntos. Esto simboliza la capacidad de hacer una clara distinción entre el bien y el mal.
En el taoísmo, éste símbolo tiene otro nombre conocido como Xuan Xi (玄 璽), es decir, el sello de la autoridad espiritual más alta.
Este símbolo fue introducido por primera vez a la sociedad taoísta en la dinastía Han tardía (漢朝 末年) cuando el Celestial Maestro Zhang (張天師) empezó a promover el taoísmo. A partir de entonces, éste símbolo se empezó a coser en las batas taoístas (道袍 絳衣) y a grabar en cualquier objeto espiritual taoísta, incluso armas (道教 法器).
Este carácter tiene un significado espiritual especial para:
1) Eliminar lo negativo y marcar el comienzo de la prosperidad (驅邪避凶/納祥迎吉)
2) Eliminar los problemas desagradables (除優淨神)
3) Cesar la desgracia y Crear un nuevo ciclo (消災解厄)
4) Bendecir prolongadamente el lapso de la vida (延壽增歲)
5) Bendecir la meta de alcanzar la inmortalidad (題名紫庭)
6) Por último, en su uso en rituales taoístas, para convocar Deidades, inmortales y otros seres espirituales (遣神差將)
Axis mundi o 'eje del mundo' es un símbolo ubicuo presente en numerosas culturas. La idea es que expresa un punto de conexión entre el Cielo y la Tierra en el que convergen todos los rumbos de una brújula. En este punto, los viajes y las correspondencias son hechas entre reinos superiores e inferiores. La comunicación de los reinos inferiores puede ascender a los superiores y las bendiciones de estos reinos superiores pueden descender a los inferiores y diseminarse por todos ellos. Este espacio funciona como ombligo y punto de partida del mundo.
El Axis mundi aparece en muchas regiones del mundo adoptando diversas formas. La imagen es a la vez femenina y masculina. Puede tener la forma de algo natural (una montaña, un árbol, una columna de humo o fuego, una parra, un tallo) o de un producto de manufactura humana (una torre, una escalera, un pilar, una cruz, un campanario, una cuerda, una aguja). La imagen aparece tanto en contextos religiosos como seculares. El símbolo puede encontrarse en culturas chamánicas o basadas en creencias animistas, en las principales religiones del mundo y en civilizaciones urbanas tecnológicamente avanzadas.
El símbolo se origina en una universal y natural percepción psicológica: que el lugar que uno ocupa se sitúa en "el centro del mundo". Este espacio sirve de microcosmos ordenador porque es conocido y está asentado. Fuera de los límites del microcosmos, se encuentran reinos extranjeros que, por ser desconocidos y desordenados, representan el caos, la muerte y la noche. Desde el centro uno puede aventurarse hacia cualquiera de los cuatro puntos cardinales, hacer descubrimientos y establecer nuevos centros que pasan a ser nuevos reinos conocidos y asentados. El nombre de China, "Reino del medio", es a menudo interpretado como una expresión de una antigua percepción sobre el gobierno chino ocupando el centro del mundo, con otras tierras estableciéndose en varias direcciones respecto a él.
En la siguientes imágenes se aprecian el emblema del «Axis Mundi» en la túnica del emperador y en un cosmograma alquímico chino, en el que se encuentra entre el Cielo, significado por la constelación de tres estrellas, y la Tierra, por el Fénix sobre la isla emergente. Este emblema está rodeado por los dos dragones que se muerden la cola, y que representan las corrientes cíclicas ascendentes y descendentes, así mismo está centrado entre el Sol y la Luna.