El Dragón en la cultura china

 

En la construcción cosmológica china, no solo se manifiestan los movimientos celestes sino que también interactúan las dimensiones mitológicas, culturales y sociales que configuraban la comprensión de la realidad en la China antigua. En esta interacción, hay un conjunto de relaciones sociales que se establecen como reflejo de las relaciones cósmicas, a fin de replicar el equilibrio de la naturaleza, del universo en su totalidad, en la dinámica de los que viven “bajo el cielo”.

 

 

En el orden cosmológico chino, hay ciertos elementos en la naturaleza que representan características importantes para la materialización del “equilibrio” trascendental, que le da sentido a la realidad.

 

 

Para los chinos, el Dragón "Lóng" (龍) tiene una significación cósmica que hace referencia al concepto de la vida rítmica, trae suerte y ahuyenta a los demonios. Confiere la fecundidad porque se vincula a las energías del agua y, por tanto, al principio Yin, pero es al mismo tiempo representante de las energías activas, viriles, del cielo y por consiguiente responde al principio Yang.

 

 

La fuerza del dragón es una de energía invisible, un yang celestial que brota desde el agua y del clima y reina sobre ellos. Las teorías chinas de la estrategia y de las leyes naturales hacen hincapié en la superioridad de lo sin forma. Del mismo modo, los difusos y abstractos principios del taoísmo se basan en la no-intención y la comprensión de la esencia de las cosas en lugar de estar apegados a las formas.

 

 

De esto se sigue que la función representativa del dragón sea tan universal. Puede presentarse en cualquier templo como un protector, porque en sí mismo encarna lo mejor de cada animal que lo compone, lo cual multiplica su poder o fortaleza, ya que es la suma de un colectivo.

 

En otras palabras, el dragón es la representación de la unidad de los pueblos que le dan forma y sentido a China. Por eso debe, por un lado, ser portador y fiel representante de una variedad de elementos que lo empoderan para defender ese legado cultural. He ahí su valor arquitectónico y simbólico: el dragón es el protector de la espiritualidad y la identidad china.

 

 

 

Los primeros ejemplos conocidos de estas criaturas místicas se pueden encontrar en artefactos de jade de la cultura Hongshan, que existía en la zona fronteriza del noreste de China y Mongolia, con unos 7.000 años de edad. Muchos motivos y símbolos religiosos similares, incluyendo la veneración al jade y a los dragones, existieron en otras comunidades chinas tempranas y se transmitieron a los imperios chinos posteriores.

 

En las creencias populares se dice que los primeros gobernantes chinos eran de hecho dragones convertidos en humanos enviados para gobernar a los hombres. Se dice que la civilización china en sí surgió cuando el legendario “Huang Di”, o Emperador Amarillo, y sus descendientes lideraron a una tribu seminómada a atacar y finalmente fusionarse con el pueblo Yan. Con el significado de “fuego”, el nombre de estas últimas tribus refiere a la cultura sedentaria basada en la agricultura que se estableció en el valle del Río Amarillo.

 

 

Hasta el día de hoy existen varios nombres literarios para el pueblo chino, incluyendo “los descendientes de Yan y Huang”, y otro que significa “la posteridad del dragón”.

 

 

En una teoría popular, la antigua cultura Hongshan corresponde con las leyendas del Emperador Amarillo. Cualquiera que sea la validez de este punto de vista particular, el papel del dragón en el simbolismo imperial chino encaja con la abundante y cíclica dinámica que rige la historia de la civilización más longeva del mundo.

 

 

Al final de su reinado, se dice que el legendario primer emperador Huang Di fue inmortalizado como un dragón que se parecía a su emblema y ascendió al Cielo. Debido a que los chinos consideran a Huang Di como su antepasado, a veces se llaman a sí mismos «los descendientes del dragón». Esta leyenda también contribuye al uso del dragón chino como símbolo del poder imperial.

 

 

El dragón, especialmente los dragones amarillos o dorados con cinco garras en cada pie, era un símbolo del emperador en muchas dinastías chinas. El trono imperial era llamado «Trono Dragón». Durante el final de la dinastía Qing el dragón fue adoptado incluso como bandera nacional. El dragón aparecía en los grabados de las escalinatas de los palacios y tumbas imperiales, como la Ciudad Prohibida en Pekín.

 

 

 

Es el más noble de los animales y en su calidad de comandante de las aguas, dirige el clima lo que es fundamental para la civilización principalmente agraria de China. La mayoría de los pueblos chinos tienen sus propios santuarios dedicados a los dragones, que se utilizan para atraer la lluvia y cosechas abundantes.

 

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