Dàodéjīng

Tao Te Jing

道德經

 

El texto taoísta más famoso, probablemente data de algún tiempo en el período de los Estados Combatientes (475-221 aC). La obra parece contener proverbios y refranes breves de otras muchas fuentes anteriores, y que tradicionalmente se atribuyen a "los viejos sabios" o lǎo zǐ 老子, que era probablemente el primer título del libro en sí.

 

Lǎozǐ es, a su vez, considerado como un personaje que tenía el nombre propio de Lǐ Er 李耳, nativo del antiguo estado de Chǔ 楚 en el Este de Zhou, quien se cree que hizo la recopilación de textos clásicos para componer el Dàodéjīng.

 

El texto Daode Jīng es frustrantemente ambiguo, lo que ha llevado a miles de comentarios sobre el libro y se han producido traducciones idiosincrásicas e imaginativas para los lectores occidentales. Sin embargo, incluso los traductores más hábiles del chino clásico han producido interpretaciones a veces muy diferentes de este texto.

 

Traducción completa de la obra de Lao Zi

道德經

 

Capítulo 1

 

 

El dao que puede expresarse con palabras,
no es el dao permanente.
El nombre que puede ser nombrado,
no es el nombre permanente.
Lo que no tiene nombre (wu ming),
es el principio de todos los seres.
Lo que tiene nombre (you ming),
es la madre de todas las cosas.
La permanente ausencia de deseos (wu wu),
permite contemplar su esencia escondida;
la constante presencia del deseo (you wu),
lleva a contemplar sus manifestaciones.
Ambos (wu, you) tienen el mismo origen,
con nombres diferentes designan una misma realidad.
El profundo misterio,
es la llave de las transformaciones de los seres.

 

 

Capítulo 2

 

 

Todo el mundo sabe considerar bello lo que es bello,
y así aparece lo feo.
Todos conocen lo que es bueno,
así es como aparece lo que no es bueno.
Ser (you) y no-ser (wu) se engendran mutuamente,
difícil y fácil se producen mutuamente,
largo y corto se forman mutuamente,
alto y bajo se completan mutuamente,
significado y palabra se armonizan mutuamente,
delante y detrás se siguen mutuamente,
es la ley de la naturaleza (chang).
Por eso el sabio permanece en la no-acción,
practica la enseñanza sin palabras.
Los seres se desarrollan por sí mismos, sin comienzo;
él actúa sin esperar nada,
cumple su obra y no reclama su mérito.
Precisamente porque no lo reclama,
su mérito nunca le abandona.

 

 

Capítulo 3

 

 

Si no se eleva a los hombres de mérito,
no habrá disputas entre el pueblo.
Si no se valoran los objetos difíciles de conseguir,
no existirán ladrones en el pueblo.
Si no se deja ver lo que puede provocar el deseo,
no se producirán disturbios populares.
Por eso el gobierno del sabio es:
vaciar la mente del pueblo,
y llenar su estómago;
debilitar su ambición,
y fortalecer sus huesos.
Hacer siempre que el pueblo no tenga conocimientos, ni deseos.
Hacer que los inteligentes no se atrevan (a gobernar);
no actuar, en una palabra,
y entonces reinará el orden universal.

 

 

Capítulo 4

 

 

El dao es vacío,
pero su eficiencia nunca se agota.
Es un abismo,
parece el origen de todas las cosas.
Embota los filos,
desenreda lo enmarañado,
atenúa los brillos,
iguala la suciedad.
Profundo, parece existir y al mismo tiempo no existir.
Yo no sé de quién es hijo,
se manifiesta como antepasado de dios.

 

 

Capítulo 5

 

 

El cielo y la tierra no tienen benevolencia alguna,
todas las cosas son para ellos como perros de paja.
El sabio no tiene benevolencia alguna,
el pueblo es para él como perro de paja.
El espacio entre cielo y tierra,
¿no semeja acaso a un fuelle?
Vacío y no se agota;
cuanto más se mueve, más sale de él.
Cuanto más cosas conocemos, más pobres nos hacemos;
es mejor conservar el vacío interior.

 

 

Capítulo 6

 

 

Valle, espíritu, inmortal;
se llama la hembra misteriosa.
El umbral de la hembra misteriosa,
es la raíz del cielo y de la tierra.
Sin interrupción,
parece existir siempre,
su eficiencia nunca se agota.

 

Capítulo 7

 

El cielo es perdurable;
la tierra, subsistente.
Cielo y tierra pueden perdurar,
porque no se procuran la existencia,
así pueden vivir largamente.
Por eso el sabio situándose detrás se coloca delante;
desprendiéndose de su yo, conserva su yo.
¿No es acaso porque renuncia a su individualidad?
Así es como puede realizar su individualidad.

 

 

Capítulo 8

 

 

El hombre de bondad superior es como el agua.
El agua en su quietud favorece a todas las cosas,
ocupa el lugar despreciado por los hombres,
y así está cerca del dao.
Su lugar es favorable;
su corazón, sereno;
su don, del agrado del cielo;
su palabra, leal;
su gobierno, en orden;
en sus empresas, capaz;
sus movimientos, oportunos.
Sólo la falta de quietud
impide la superación.

 

 

Capítulo 9

 

 

Más vale renunciar,
que mantener derecho el vaso lleno.
Una espada que se afila sin cesar,
no conservará mucho tiempo su filo.
Una sala llena de oro y jade,
no podrá ser guardada por nadie.
Quien se enorgullece de sus riquezas y honores,
se atrae la desgracia.
Retirarse una vez realizada la obra,
he ahí el dao del cielo.

 

 

Capítulo 10

 

 

Puedes, portando sobre ti el alma corpórea (ying po),
abrazar el uno.
y no abandonarlo?
¿Puedes concentrar el soplo vital hasta alcanzar la flexibilidad,
como un niño de pecho?
¿Puedes purificar tu visión profunda,
libre de todo defecto?
¿Eres capaz de amar al pueblo y dar vida al Estado,
sin usar el conocimiento?
¿Puedes abrir y cerrar las puertas del cielo,
desempeñando el papel de hembra?
¿Puedes penetrar con clara visión todas las cosas,
sin usar el conocimiento?
Produce,
alimenta,
produce sin apropiarse,
hace crecer y no gobierna,
así es la virtud misteriosa.

 

 

Capítulo 11

 

 

Treinta radios convergen en el cubo de una rueda,
y es de su vacío (wu you),
del que depende la utilidad del carro.
Modelando el barro se hacen las vasijas,
y es de su vacío,
del que depende la utilidad de las vasijas de barro.
Se horadan puertas y ventanas,
y es de su vacío,
del que depende la utilidad de la casa.
El ser (you) procura ganancia,
el no-ser (wu) procura utilidad.

 

Capítulo 12

 

Los cinco colores ciegan la vista del hombre,
galopadas y cacerías arrebatan su corazón.
Los objetos difíciles de conseguir,
ponen al hombre en constante alerta.
Los cinco sabores destruyen el gusto del hombre,
las cinco notas musicales producen la sordera del hombre.
Por eso el gobierno del sabio,
se preocupa del vientre y no del ojo.
Rechaza lo uno y adopta lo otro.

 

 

Capítulo 13

 

 

El favor es oprobioso, lleno de sobresaltos;
el honor es una gran desgracia, como el propio cuerpo.
¿Qué quiere decir el favor es oprobioso, lleno de sobresaltos?
El favor es algo que rebaja,
si lo obtienes te sobresaltas,
esto es lo que quiere decir el favor es oprobioso, lleno de sobresaltos.
¿Qué quiere decir el honor es una gran desgracia, como el propio cuerpo?
La causa de que yo sufra grandes desgracias,
es que yo poseo un cuerpo.
Si yo no tuviera cuerpo alguno,
¿qué desgracia podría sufrir?
A quien valora su propio cuerpo más que el mundo entero,
se le puede confiar el mundo;
a quien ama más su propio cuerpo que el mundo entero,
se le puede entregar el mundo.

 

 

Capítulo 14

 

 

Se lo mira y no se lo ve,
su nombre es lo invisible.
Se lo escucha y no se lo oye,
su nombre es lo inaudible.
Se lo palpa y no se lo siente,
su nombre es lo impalpable.
Los tres son indescifrables,
se confunden en el uno.
En el uno,
lo superior no es absurdo,
lo inferior no es confuso.
Es un proceso interminable,
que no admite nombre,
que retorna al no-ser de las cosas.
Es la forma que no tiene forma,
la figura incorpórea.
Es imperceptible vaguedad.
Cuando se le sigue no se ve su parte trasera,
cuando se le sale al encuentro no se ve su cabeza.
Asiendo el dao de hoy,
se domina la realidad presente.
Conocer el origen primero,
es la clave del dao.

 

 

Capítulo 15

 

 

En los tiempos antiguos, los perfectos seguidores del dao
eran finos, sutiles, oscuros y universales,
imposible conocer lo profundo de su corazón.
No pudiendo conocerlos,
sólo podemos describirlos, diciendo:
Indecisos, como quien en invierno atraviesa un río.
Precavidos, como quien teme a sus vecinos.
Discretos, como un huésped.
Inestables, como el hielo que empieza a fundir.
Estúpidos, como un leño.
Confusos, como el agua turbia.
Amplios, como un valle.
El agua turbia reposa,
y se aclara poco a poco.
Lo que está en reposo,
comienza a moverse y crece poco a poco.
El que conserva este dao no desea la plenitud.
Por eso puede gastarse sin renovarse.

 

 

Capítulo 16

 

 

Alcanzar el vacío es la norma suprema,
conservar la quietud es el máximo principio;
del devenir abigarrado de los diez mil seres,
contempla su retorno.
Innumerable es la variedad de los seres,
mas todos retornan a su origen.
Es la quietud.
La quietud, es el retornar a la propia determinación.
Retornar a la propia determinación,
es lo permanente;
conocer lo permanente,
es la iluminación;
quien no conoce lo permanente,
se procura en su ceguera la desgracia.
Quien conoce lo permanente, todo lo abarca;
quien todo lo abarca, es desinteresado;
a quien es desinteresado, el mundo le obedece;
aquel a quien el mundo obedece, se identifica con el cielo;
quien se identifica con el cielo, se hace uno con el dao;
quien se hace uno con el dao, vive largo tiempo.
Hasta el final de sus días libre permanecerá de todo peligro.

 

 

Capítulo 17

 

 

Del gran gobernante,
los de abajo sólo conocen su existencia;
luego viene aquel a quien aman y elogian;
luego, a quien temen;
por último, a quien desprecian.
Si no tiene ninguna confianza,
ninguna confianza a su vez encontrará.
Precavido, valora sus palabras.
La obra es realizada y la tarea cumplida
y el pueblo llano dice:
“Lo hemos hecho con toda espontaneidad.”

 

 

Capítulo 18

 

 

Cuando el dao ha sido abandonado,
aparece la bondad y la rectitud.
Cuando surge la inteligencia y la sabiduría,
aparece la gran hipocresía.
Cuando no hay armonía entre los seis parentescos,
aparece la piedad filial y el amor.
Cuando los Estados caen en el desorden y el caos,
aparecen los honestos vasallos.

 

 

Capítulo 19

 

 

Cuando se elimina la sabiduría y se desecha la inteligencia,
el pueblo obtiene beneficios cien veces mayores.
Cuando se elimina la bondad y se desecha la rectitud,
el pueblo retorna a la piedad filial y al amor.
Cuando se elimina la industria y se desecha el provecho,
desaparecen ladrones y bandidos.
Estos tres preceptos no bastan,
es menester algo positivo a lo que atenerse:
Exhibir un exterior modesto y mantenerse en la sencillez interior,
reducir el egoísmo y disminuir los deseos.

 

 

Capítulo 20

 

 

Cuando se elimina el estudio, desaparecen las preocupaciones.
Entre el sí y el no, ¿qué diferencia existe?
Entre el bien y el mal, ¿cuál es la diferencia?
Yo soy temido por los demás,
y tampoco puedo no temerlos.
¡Cuán grande es su vaguedad,
que no conoce límites!
Las gentes desbordan de alegría,
como si participaran en el da lao,
como cuando se asciende a las terrazas de la primavera.
Yo, en cambio, indiferente de nada me preocupo;
semejo a un recién nacido que aún no sabe reír.
Cansado, como quien no tiene a donde ir.
Las gentes viven en la abundancia.
Mi espíritu es el de un estúpido,
¡tan vago y confuso está!
Los hombres vulgares son brillantes,
¡yo solo me encuentro en tinieblas!
Los hombres vulgares poseen claras ideas,
¡sólo yo no salgo de mi perplejidad!
Impreciso, como el mar.
Difuso, como lo que nunca se detiene.
Las gentes todas tienen fines precisos,
sólo yo soy estúpido y despreciable.
Yo deseo ser diferente de los demás,
y por eso aprecio a la madre que alimenta.

 

 

Capítulo 21

 

 

La gran virtud se manifiesta
en la adhesión exclusiva al dao.
La materialidad del dao,
es imprecisa e indefinida.
¡Indefinida, imprecisa,
pero las formas en ella están contenidas!
¡Imprecisa, indefinida,
pero en ella están contenidas las cosas!
¡Profunda y oscura,
en ella se encuentra la esencia!
Esta esencia es lo más verdadero,
en ella está la confianza.
Hasta hoy desde la antigüedad,
no ha perdido su nombre,
en él se conforma al padre de todas las cosas.
¿Cómo puedo yo saber que así es el padre de todas las cosas?

 

 

Capítulo 22

 

 

Lo que se pliega se conserva entero,
lo que se dobla permanece recto;
lo hundido se llena,
lo gastado se hace nuevo;
cuando se toma poco se consigue mucho,
cuando se toma mucho se acaba perdido.
Por eso el sabio aferra el uno,
como pastor del mundo entero.
No se exhibe y por eso destaca,
no hace de sí ostentación y por eso brilla,
no se ensalza y por eso tiene méritos,
no se enaltece y por eso dura mucho tiempo.
Como no lucha,
nadie hay capaz de luchar contra él.
¿Tiene valor el dicho de los antiguos :
“lo que se pliega se conserva entero”?
Verdaderamente, así es como se conserva la integridad.

 

 

Capítulo 23

 

 

Hablar poco es conforme con la naturaleza.
Un viento furioso no sopla toda la mañana,
una lluvia violenta no dura todo el día.
¿Dónde está el origen de esto?
Si el cielo y la tierra no pueden desencadenarse por largo tiempo,
¿no ocurrirá igual, con mayor razón, en el hombre?
El que en su conducta sigue al dao, se une al dao;
el que sigue a la virtud, se une a la virtud;
el que sigue al abandono, se une al abandono.
Quienes se hacen uno con la virtud,
obtendrán también el dao.
A quien se hace uno con el abandono,
el dao también lo abandonará.

 

 

Capítulo 24

 

 

Quien se pone de puntillas no se mantiene de pie.
Quien se exhibe no destaca,
quien de sí hace ostentación no brilla,
quien se ensalza carece de méritos,
quien se enaltece no dura mucho tiempo.
Desde el punto de vista del dao,
todo esto es:
“restos de comida, cosas inútiles”.
Incluso a los seres materiales repugna,
y así el que tiene deseos no permanece en ello.

 

 

Capítulo 25

 

 

Hay una cosa confusamente formada,
anterior al cielo y a la tierra.
¡Sin sonido, sin forma!
de nada depende y permanece inalterada,
se la puede considerar el origen del mundo.
Yo no conozco su nombre,
la denomino dao.
Forzado a darle otro nombre la llamaría lo grande.
Lo grande se desplaza constantemente,
el desplazarse constantemente es alejarse sin cesar,
alejarse sin cesar es regresar al punto de partida. El dao es grande,
la tierra es grande,
el soberano también es grande.
En el Estado hay cuatro grandes,
uno de ellos es el soberano.
El hombre tiene por norma a la tierra,
la tierra tiene por norma al cielo,
el cielo tiene por norma al dao,
el dao, conforme a las leyes de la naturaleza,
es la norma de sí mismo.

 

 

Capítulo 26

 

 

Lo pesado es la raíz de lo ligero,
la quietud es señora de la agitación.
Por eso el hombre virtuoso aunque viaje todo el día,
no se alejará del pesado furgón.
Aun protegido por su guardia y en lugares seguros,
se mantendrá siempre vigilante.
¿Cómo es posible que un soberano con diez mil carros de guerra,
descuide su propia persona a los ojos del mundo?
Por ese descuido se pierde el origen,
la agitación ocasiona la pérdida del señorío.

 

 

Capítulo 27

 

 

Un buen caminante no deja huellas,
un buen orador no se equivoca ni ofende,
quien sabe calcular bien no usa el chou ce.
Quien sabe cerrar bien no se vale de cerrojos ni candados,
y sin embargo, nadie puede abrir lo que él ha cerrado.
El que sabe atar bien no emplea cuerdas,
y sin embargo nadie puede desatar lo que él ha atado.
Por eso el sabio siempre es un buen salvador de hombres,
y nunca los abandona,
ni rechaza cosa alguna de valor;
a esto se llama clarividencia.
El hombre bueno,
es el maestro de los hombres buenos;
el hombre que no es bueno,
es la materia de los hombres buenos.
Quien no reverencia a su maestro,
quien no ama a su materia,
pese a su inteligencia dará en gran extravío.
He ahí la esencia del misterio.

 

 

Capítulo 28

 

 

Quien conoce lo masculino,
y conserva lo femenino,
es el barranco del mundo.
Quien es el barranco del mundo,
conserva siempre la virtud.
Como la virtud permanece siempre en él,
retorna a su primera infancia.
Quien conoce lo que no tiene mácula,
y se mantiene en la humillación,
es la vaguada del mundo,
colmado está siempre por la virtud.
Como está siempre colmado por la virtud,
torna a ser como un leño.
Quien conoce lo blanco,
y se mantiene en lo negro,
es la norma del mundo.
A quien es norma del mundo,
la virtud nunca le falta.
Como nunca le falta la virtud,
retorna a lo que no tiene fin.
El leño se divide y se convierte en recipientes,
el sabio lo usa y dirige a los funcionarios;
una gran elaboración no divide en partes.

 

 

Capítulo 29

 

 

Quien pretenda conseguir el mundo y trabajarlo,
veo yo que no lo logrará.
El mundo,
es un recipiente espiritual,
que no se puede trabajar.
Quien lo trabaja lo destroza,
quien lo sujeta lo pierde.
Las cosas unas veces marchan delante y otras, detrás;
a veces soplan suavemente, otras veces con violencia;
a veces son fuertes, a veces débiles;
a veces se reproducen vigorosas, otras veces decaen.
Por eso el sabio renuncia a lo mucho,
rechaza lo grande,
rechaza el exceso.

 

 

Capítulo 30

 

 

Se debe persuadir con el dao a los señores de hombres,
y no imponerse al mundo con la fuerza de las armas.
Las acciones violentas provocan resultados negativos;
donde acampan los ejércitos,
todo se cubre de maleza.
EI hombre de bien se conforma con los resultados obtenidos,
no se vale de ellos para imponerse por la fuerza.
De sus resultados no se enorgullece,
de sus resultados no se jacta,
por sus resultados no se muestra altivo,
por sus resultados no se muestra altanero.
Eso es obtener resultados y ser fuerte.
Cuando las cosas se hacen vigorosas envejecen,
es la ausencia del dao;
cuando falta el dao pronto llega el fin.

 

 

Capítulo 31

 

 

Las armas,
instrumentos nefastos.
Detestadas por las cosas,
el hombre que posee el dao no las emplea.
Por eso el hombre virtuoso en su morada
considera la izquierda como el lugar de honor,
y la derecha cuando usa las armas;
las armas no son instrumento del hombre virtuoso.
Las armas son instrumentos nefastos,
lo mejor es usarlas sólo en caso de necesidad;
no es bueno buscar armas afiladas.
¡No te regocijes de tu victoria!
Regocijarse de la propia victoria,
es encontrar placer en matar hombres.
Quien encuentra placer en matar hombres,
no podrá realizar su ideal en el mundo.
Por eso en los acontecimientos fastos es la izquierda el lugar de honor,
en los nefastos el lugar de honor es la derecha;
por eso el segundo general ocupa el lado izquierdo,
y el general en jefe el lado derecho,
ello significa que se sitúan según los ritos funerarios.
Cuando se ha matado a gran número de hombres,
habría que llorarlos con pena y tristeza;
la victoria en la batalla debería ser tratada según los ritos funerarios.

 

 

Capítulo 32

 

 

El dao, permanente, no tiene nombre.
Es un leño que, aunque pequeño, nadie en el mundo osa avasallar;
si los señores y reyes pudieran conservarlo,
todos los seres se les someterían.
El cielo y la tierra se armonizarían,
y llovería dulce rocío.
El pueblo, sin obedecer orden alguna, se igualaría por sí mismo.
Desde el momento en que se dividió aparecieron los nombres;
al aparecer los nombres,
deberíase saber que es tiempo de detenerse;
sabiendo que es tiempo de detenerse se evita todo peligro.
Seguir el dao en el mundo,
es como hacerse el valle de todas las aguas.

 

 

Capítulo 33

 

 

Quien conoce a los demás, posee inteligencia.
Quien se conoce a sí mismo, posee clarividencia.
Quien vence a los demás, tiene fuerza.
Quien se vence a sí mismo, es fuerte.
Quien sabe contentarse, es rico.
Quien se esfuerza, tiene voluntad.
Quien no pierde su condición, vive largo tiempo.
Morir sin desaparecer, he ahí la longevidad.

 

 

Capítulo 34

 

 

El dao se desborda como un río,
puede extenderse a derecha e izquierda,
realiza su obra, pero sin dar nombres ni poseer.
Todos los seres retornan a él,
pero él no se hace señor de ellos;
siempre carente de deseos,
puede ser llamado pequeño.
Todos los seres retornan a él,
pero él no se hace señor de ellos;
puede ser llamado grande.
Por eso puede el sabio llegar a ser grande,
porque no se hace grande,
de ahí que pueda llegar a ser grande.

 

 

Capítulo 35

 

 

Si sujetas en tus manos la gran imagen,
el mundo acudirá a ti.
Acudirá y no sufrirá daño alguno,
grandes serán la paz y la tranquilidad.
Música y buena comida,
los caminantes se detienen.
La palabra que sale del dao es
” ¡Insípida!, no tiene sabor.
Se mira, y no se puede ver.
Se escucha, y no se puede oír.
Se utiliza, y no se puede agotar.”

 

 

Capítulo 36

 

 

Si quieres disminuir algo,
debes antes agrandarlo.
Si quieres debilitar algo,
debes antes fortalecerlo.
Si quieres eliminar algo,
debes antes apoyarlo.
Si quieres obtener algo,
debes antes haberlo dado.
En esto reside la clarividencia escondida.
Lo blando y lo débil triunfa de lo fuerte.
El pez no puede abandonar las profundidades,
las armas más eficaces del Estado no deben ser exhibidas.

 

 

Capítulo 37

 

 

El dao, permanente, no tiene nombre;
si los señores y reyes pudieran conservarlo,
todos los seres se transformarían por sí solos.
Si al transformarse apareciera en ellos el deseo de levantar la cabeza,
yo los refrenaría con el trozo de madera sin nombre.
Refrenados mediante el trozo de madera sin nombre,
no se sentirán ofendidos.
Al no existir ofensas surgiría la tranquilidad,
y el cielo y la tierra se ordenarían espontáneamente.

 

El Libro del Te – Capítulo 38

 

El hombre de virtud superior no tiene virtud,
y por ello precisamente la posee.
El hombre de virtud inferior se aferra a la virtud,
y por ello precisamente carece de ella.
El hombre de virtud superior no actúa,
ni pretende alcanzar fin alguno.
Quien posee la bondad superior actúa,
pero no pretende alcanzar fin alguno.
Quien posee rectitud superior actúa,
y pretende alcanzar un fin.
Quien se conforma a los ritos actúa y cuando alguien no corresponde,
extiende sus brazos y le obliga a someterse.
De modo que tras la pérdida del dao aparece la virtud,
tras la pérdida de la virtud aparece la bondad,
tras la pérdida de la bondad aparece la rectitud,
tras la pérdida de la rectitud aparecen los ritos.
Los ritos, pues, suponen un debilitamiento de la lealtad y la confianza,
y son el principio del desorden.
Los conocimientos son la superficie del dao,
y el principio de la necedad.
Por eso el sabio se mantiene en el fondo
y no en la superficie,
se mantiene en el centro y no en el extremo.
De manera que rehúsa lo uno y adopta lo otro.

 

 

Capítulo 39

 

 

En tiempos remotos alcanzaron el uno:
el cielo, que al obtenerlo se hizo puro,
la tierra que al obtenerlo se hizo estable,
los espíritus, que al obtenerlo se hicieron eficaces,
los valles, que al obtenerlo se colmaron,
los señores y los reyes, que al obtenerlo
se convirtieron en norma del mundo.
De donde se deduce que de no alcanzar el uno,
el cielo no podría ser puro y se resquebrajaría,
de no alcanzar el uno,
la tierra no podría ser estable y se destruiría,
de no alcanzar el uno,
los espíritus no podrían ser eficaces y se paralizarían,
de no alcanzar el uno,
los valles no podrían colmarse y se agotarían,
de no alcanzar el uno,
los señores y los reyes perderían su nobleza y superioridad
y serian derribados.
La nobleza tiene necesariamente su raíz en lo humilde,
necesariamente lo superior tiene a lo inferior como fundamento.
De ahí que los señores y los reyes se autodenominen gu, gua, bu gu;
¿acaso no significa esto la humildad de su origen?
Poseer infinidad de carruajes es no poseer carruaje alguno.
Esa es la razón por la que (el sabio) no desea brillar como el jade
ni poseer la dureza y solidez del guijarro.

 

 

Capítulo 40

 

 

El movimiento del dao,
es transformación de contrarios (fan).
El dao se manifiesta,
en la debilidad.
Las cosas del mundo nacen del ser (you),
el ser nace del no-ser (wu).

 

Capítulo 41

 

Un hombre superior oye hablar del dao,
y puede practicarlo con dedicación.
Un hombre normal oye hablar del dao,
y tan pronto lo conserva como lo abandona.
Un hombre inferior oye hablar del dao,
y estalla en risotadas.
Si no se riera de él, no podría ser considerado como el verdadero dao.
Por eso dice el Jian yan:
“El dao, luminoso, parece oscuro;
el dao, progresivo, parece regresivo;
el dao, llano, parece desigual.”
La virtud superior parece como fondo de barranco,
la gloria suprema parece vergüenza,
la virtud omnímoda parece insuficiencia.
La virtud firme parece debilidad,
la verdad esencial parece falsedad,
el gran cuadrado no tiene ángulos.
La gran vasija tarda en elaborarse,
el gran sonido no se puede oír,
la gran imagen no tiene forma,
el dao es grande, pero ningún hombre lo puede designar,
Sólo el dao es capaz de iniciar y llevar a la plenitud.

 

 

Capítulo 42

 

 

El dao engendra al uno,
el uno engendra al dos,
el dos engendra al tres,
el tres engendra los diez mil seres.
Los diez mil seres contienen en su seno el yin y el yang,
Los dos soplos vitales (qi) se compensan en un soplo vital armónico.
Lo más aborrecido por los hombres,
es la orfandad, la falta de virtud y la indignidad;
y, sin embargo, reyes y señores así se autodenominan.
Las cosas aumentan al disminuirlas,
disminuyen al aumentarlas.
También yo enseño lo que otros han enseñado.
Los fuertes no pueden tener un buen fin,
esto será la guía de mi doctrina.

 

 

Capítulo 43

 

 

Lo más débil del mundo,
cabalga sobre lo más fuerte que en el mundo hay.
El no-ser penetra en donde existe el menor vacío.
De ahí conozco yo las ventajas de la no-acción (wu wei).
La enseñanza sin palabras,
las ventajas de la no-acción,
nada en el mundo se les puede comparar.

 

 

Capítulo 44

 

 

El renombre o la propia persona,
¿qué es más digno de estima?
La propia persona o las riquezas,
¿qué es más importante?
Ganar o perder,
¿qué es peor?
Una gran ambición conduce necesariamente a la ruina,
quien mucho acumula inevitablemente sufrirá grandes pérdidas.
Por eso, quien se contenta
no conoce la humillación,
quien sabe refrenarse no conoce el peligro, y puede vivir largo tiempo.

 

 

Capítulo 45

 

 

La gran perfección parece imperfecta (que),
pero su eficiencia no sufre merma.
La gran plenitud parece vacía (chong),
mas su eficiencia no se agota.
La gran rectitud parece curvada,
la gran elocuencia parece tartamudear.
La gran destreza parece torpe,
la gran ganancia parece insuficiente.
La agitación triunfa del frío,
la quietud vence al calor.
Quien conoce la pureza y la quietud,
llega a ser señor del mundo.

 

 

Capítulo 46

 

 

Cuando el dao reina en el mundo,
los buenos corceles acarrean estiércol.
Cuando no reina el dao,
las yeguas, utilizadas para la guerra, paren en campo abierto.
No hay crimen mayor que dejarse arrastrar por los deseos,
no hay desgracia mayor que no saberse nunca satisfecho,
no hay defecto más doloroso que la ambición.
Por eso la satisfacción de quien sabe contentarse,
es la única satisfacción perdurable.

 

 

Capítulo 47

 

 

Sin salir de la propia casa,
se conoce el mundo.
Sin mirar por la ventana,
se conoce el dao del cielo (tian dao).
Cuanto más lejos se va,
menos se sabe.
Por eso el sabio conoce sin viajar,
distingue las cosas sin mirar,
realiza su obra sin actuar.

 

 

Capítulo 48

 

 

El que se entrega al estudio,
aumenta día a día;
el que escucha al dao,
disminuye día a día;
disminuye y disminuye hasta alcanzar la no-acción,
y como no actúa, nada hay que deje de hacer.
Quien aspire a conquistar el mundo,
permanezca siempre libre de todo quehacer.
El hombre ocupado,
no puede llegar a conquistar el mundo.

 

 

Capítulo 49

 

 

El sabio carece siempre de espíritu propio,
hace suyo el espíritu del pueblo.
Ser bueno para con los buenos,
y también para con quienes no lo son,
esa es la bondad absoluta.
Ser leal con los hombres leales,
y también leal con los que no son leales,
esa es la lealtad absoluta.
El sabio vive en el mundo,
inspirando la sobria inacción;
gobierna el mundo,
inspirando simpleza.
El pueblo fija sus ojos y oídos,
el sabio lo trata como a un niño.

 

 

Capítulo 50

 

 

chu sheng ru si.
sheng zhi tu shi you san,
si zhi tu shi you san,
ren zhi sheng dong zhi yu si di
yi shi you san.
fu he gu?
yi qi sheng sheng zhi hou.
gai wen shan she shen zhe,
lu xing bu yu si hu,
ru jun bu pi jia bing,
si wu suo tou qi jiao,
hu wu suo cuo qi zhao,
bing wu suo rong qi ren,
fu he gu?
yi qi wu si di.

 

 

Capítulo 51

 

 

El dao engendra,
la virtud alimenta,
la materia da forma,
y así surgen los diversos seres.
Por eso los seres reverencian al dao y honran a la virtud.
El dao es reverenciado,
la virtud es honrada,
no por imposición jerárquica,
sino de manera espontánea.
El dao,
produce y alimenta,
hace crecer y madurar,
forma y cuida,
nutre y protege.
Engendra sin apropiarse,
obra sin considerar el propio mérito,
es el primero y no manda,
esta es la virtud profunda y misteriosa.

 

 

Capítulo 52

 

 

El mundo tiene un principio,
que es la madre del mundo.
Quien ha encontrado a la madre,
conocerá a los hijos;
quien conoce a los hijos,
se torna y conserva a la madre,
y así termina sus días sin encontrar el peligro.
Si bloqueas las aberturas,
y cierras las puertas,
llegarás sin debilitarte al final de la vida.
Si franqueas las aberturas,
y multiplicas tus ocupaciones,
llegarás al final de la vida sin salvación posible.
Ver lo pequeño se llama clarividencia,
conservarse débil se llama fortaleza.
Usa la luz,
para retornar a la claridad original.
Así evitarás las desgracias,
esto se llama seguir lo permanente.

 

 

Capítulo 53

 

 

Si tuviera un firme conocimiento,
marcharía por el gran camino,
con el solo temor de desviarme.
El gran camino es llano,
pero la gente vulgar gusta de los senderos escarpados.
La corte está corrompida;
los campos, abandonados;
los graneros, vacíos.
Ropajes lujosos,
afiladas espadas al cinto,
manjares hasta saciarse
y riquezas sin cuento,
a todos ellos hay que llamarles jefes de bandidos.
Un jefe de bandidos,
está lejos del dao.

 

 

Capítulo 54

 

 

Lo que está bien arraigado no puede ser arrancado,
lo que está bien abrazado no se puede soltar,
y así los hijos y nietos por generaciones
celebrarán el culto de los antepasados.
Si se cultiva (el dao) en la propia persona,
su virtud (de) será verdadera.
Si se cultiva en el gobierno de la familia,
su virtud será más que suficiente.
Si se cultiva en el gobierno de la aldea,
su virtud crecerá.
Si se cultiva en el gobierno del Estado,
su virtud será abundante.
Si se cultiva en el gobierno del mundo,
su virtud se hará universal.
Se observa a los demás desde el propio yo,
se observa a las otras familias desde la propia familia,
se observa a las otras aldeas desde la propia aldea,
se observa a los otros Estados desde el propio Estado,
se observa a los otros mundos desde el propio mundo.
¿Cómo puedo conocer que así es el mundo?
Por todo esto.

 

 

Capítulo 55

 

 

El que posee la plenitud de la virtud,
se asemeja a un recién nacido.
Los insectos, escorpiones y serpientes no le pican,
las aves de presa y los animales salvajes no hacen presa en él;
aunque sus huesos y músculos son débiles, ase con firmeza.
Aunque no conoce la unión del macho y hembra, su miembro se enfurece,
su vitalidad es perfecta.
Llora todo el día sin enronquecer,
es perfecta en él la armonía.
El conocer la armonía se denomina lo permanente,
el conocer lo permanente se denomina clarividencia,
el vivir intensamente se denomina infelicidad,
el control del soplo vital por el espíritu se denomina fortaleza.
Las cosas cuando se hacen fuertes envejecen,
se apartan del dao;
lo que se aparta del dao pronto perece.

 

 

Capítulo 56

 

 

El que sabe no habla,
el que habla no sabe.
Bloquea tus aberturas,
cierra las puertas,
atenúa los brillos,
iguala la suciedad,
embota los filos,
desenreda lo enmarañado.
Es la identidad profunda y misteriosa.
En ella no puede existir diferencia entre próximos y extraños,
no puede existir beneficio ni perjuicio,
no puede existir honor ni desprecio.
Es la suprema nobleza del mundo.

 

 

Capítulo 57

 

 

Un Estado se gobierna con normas permanentes,
en la guerra se emplean tácticas cambiantes,
con el no-actuar se conquista el mundo,
¿Cómo lo sé?
Cuantas más prohibiciones,
más se empobrece el pueblo.
Cuantas más y mejores herramientas tiene el pueblo,
mayor desorden reina en el Estado.
Cuanta más inteligencia posee el pueblo,
más productos extraños surgen por doquier.
Cuanto mayor es el número de objetos preciosos,
más abundan los ladrones y bandidos.
Por eso dice el sabio;
yo practico el no-actuar,
y el pueblo se transforma por sí mismo;
yo no me ocupo de ningún asunto,
y el pueblo se enriquece por sí mismo;
mi deseo es no tener ningún deseo,
y el pueblo se hace sencillo por sí mismo.

 

 

Capítulo 58

 

 

Con un gobierno difuminado,
el pueblo se vuelve honrado.
Con un gobierno vigilante,
el pueblo se hace malicioso.
La felicidad acompaña de cerca a la desgracia,
la desgracia se esconde en la felicidad,
¿quién conoce sus límites?
¿es que no existen normas permanentes (zheng)?
Lo normal (zheng) se convierte en anómalo (qi),
la bondad se vuelve malignidad.
El hombre se encuentra engañado,
desde hace mucho tiempo.
Por eso se debe ser recto pero sin herir,
ser acerado pero sin pinchar,
corregir sin refrenar,
ser como luz que no ilumina.

 

 

Capítulo 59

 

 

Cuando se gobierna a los hombres y se sirve al cielo,
nada hay como la moderación.
Sólo con la moderación,
se puede estar preparado para afrontar los acontecimientos,
es poseer una acrecentada reserva de virtud.
Con una acrecentada reserva de virtud,
nada hay que no se pueda superar;
cuando todo se puede superar,
nadie hay que conozca los límites de su fuerza.
Cuando nadie hay que conozca los límites de su fuerza,
se puede poseer el Estado.
Conformándose a la madre de la posesión del Estado.
se puede mantener (esta posesión) por largo tiempo.
He ahí la profunda raíz, la base firme,
el dao de la larga vida y de la visión perdurable.

 

 

Capítulo 60

 

 

Regir un gran Estado es como freír un pequeño pez.
Cuando el mundo es gobernado conforme al dao,
los espíritus no poseen ningún poder maléfico.
No sólo los espíritus no poseen ningún poder maléfico,
sino que son incapaces de dañar a los hombres.
No sólo los espíritus son incapaces de dañar a los hombres,
sino que tampoco los sabios causarán daño alguno.
Unos y otros no se dañan mutuamente,
y así su virtud se hace una en el dao.

 

 

Capítulo 61

 

 

Un gran Estado,
es una depresión a la que fluyen las aguas,
es la hembra del mundo.
En las uniones del mundo,
siempre la hembra con su quietud vence al macho.
Para alcanzar la quietud,
se debe permanecer debajo.
por eso un gran Estado se rebaja ante un Estado pequeño,
y de esta manera se apodera de él.
Un Estado pequeño se rebaja ante un gran Estado,
y es conquistado por él.
Uno se rebaja para conquistar,
otro se rebaja y es conquistado.
Todo lo que el gran estado desea
es incorporar y alimentar al otro,
todo lo que el pequeño Estado desea
es ser incorporado y ponerse al servicio del otro.
Cada uno obtiene lo que desea,
pero el grande debe rebajarse.

 

 

Capítulo 62

 

 

El dao, sirve a todos los seres,
es el tesoro de los hombres buenos,
y el refugio de los que no lo son.
Con hermosas palabras se puede conseguir respeto,
la conducta respetable le permite al hombre elevarse sobre los demás.
¿Por qué rechazar a los hombres que no son buenos?
Ser coronado emperador,
o nombrado gran ministro,
aunque se porte en las manos un disco de jade
escoltado por cuatro caballos,
todo ello vale menos que, sentado, penetrar en el dao?
¿No se dice acaso que con él se obtiene lo que se busca,
y que quien ha cometido un delito, con él se ve libre de culpa?
Por eso es lo más estimado del mundo.

 

 

Capítulo 63

 

 

Practica el no-actuar,
dedícate a no ocuparte en nada,
saborea lo que no tiene sabor.
Considera grande lo pequeño y mucho lo poco,
responde a la injusticia con la virtud.
Intenta lo difícil en lo fácil,
realiza lo grande en lo menudo.
Las cosas difíciles del mundo comienzan en lo fácil,
realiza lo grande en lo menudo.
Las cosas difíciles del mundo comienzan por lo fácil,
las cosas grandes del mundo comienzan por lo menudo.
Por eso el sabio nunca realiza cosas grandes,
y así es como puede llevar a cabo grandes cosas.
Quien promete a la ligera gozará de escaso mérito,
quien supone todo fácil encontrará todo difícil,
esa es la razón de que al final no encuentre ninguna dificultad.

 

 

Capítulo 64

 

 

Cuando la situación permanece estable
es fácil de controlar,
cuando la situación no ha comenzado a modificarse
es fácil hacer planes,
lo frágil es fácil de quebrar,
lo diminuto es fácil de dispersar.
Actúa antes de que suceda,
pon orden antes de que estalle el desorden.
El árbol que apenas consigues abrazar,
ha nacido de una punta minúscula;
la torre de nueve pisos,
comenzó por una espuerta de tierra;
la ascensión a una altura de cien ren,
comienza por un primer paso.
El que actúa fracasará,
el que aferra algo lo perderá.
Por eso el sabio no actúa,
y de ese modo no fracasa;
no aferra nada, y de este modo nada pierde.
Siempre que los hombres emprenden un asunto,
fracasan cuando lo culminan.
De ahí el dicho:
“sé tan prudente al final como al principio,
y no fracasarás en tu empresa.”
Por eso el sabio desea no desear nada,
y no estima las mercancías difíciles de conseguir;
aprende a no aprender nada,
repite las acciones por las gentes realizadas;
es capaz de promover el curso natural de los seres,
pero no se atreve a actuar.

 

 

Capítulo 65

 

 

Los antiguos que practicaban el dao,
no lo empleaban para esclarecer al pueblo,
sino para mantenerlo en la ignorancia.
Si el pueblo es difícil de gobernar,
ello se debe al exceso de sus conocimientos.
El que gobierna el Estado mediante la inteligencia,
es un bandido para el Estado,
el que gobierna el Estado renunciando a la inteligencia,
encarna la virtud del Estado;
quien conoce estas dos razones,
conoce el modelo (de gobierno).
Conocer el modelo,
es la virtud misteriosa.
La virtud misteriosa es profunda, amplia,
se transforma con las cosas,
y así es como alcanza la gran armonía.

 

 

Capítulo 66

 

 

¿Por qué pueden ríos y mares ser reyes de los cien valles?
Porque pueden situarse debajo de ellos,
por eso reinan sobre los cien valles.
De ahí que el sabio si desea elevarse sobre el pueblo,
deberá rebajarse ante él en sus palabras;
si desea adelantarse al pueblo,
deberá situarse detrás de él.
Estará encima sin que el pueblo sienta su peso,
estará delante sin estorbar al pueblo.
Todo el mundo lo sostiene de buen grado,
sin sentirse hastiado de él,
¿no es acaso porque él no lucha contra nadie?
Por eso nadie en el mundo es capaz de contender con él.

 

 

Capítulo 67

 

 

Todo el mundo dice que yo soy grande,
grande sin parecerme a nada.
Sólo porque no me parezco a nada,
puedo ser grande.
Si me pareciese a algo,
tiempo ha que me hubiera vuelto pequeño.
Yo poseo tres tesoros
que conservo con gran estima.
Uno es amor;
el segundo, sobriedad;
el tercero, no atreverme a ser el primero.
El amor permite ser fuerte;
la sobriedad, generoso;
el no atreverse a ser el primero,
permite llegar a ser señor de todos los asuntos.
Hoy en día se es valiente sin amor,
se es generoso sin sobriedad,
se es el primero sin situarse detrás;
esto es la muerte.
Con el amor,
se vence en el combate,
se es sólido en la defensa.
El cielo le fortalecerá,
como si el amor fuera para él una muralla.

 

 

Capítulo 68

 

 

Un buen jefe militar no tiene aspecto fiero,
un buen guerrero no hace alarde de su fuerza,
un hábil vencedor de su enemigo no entabla con él combate,
quien sabe utilizar a los hombres se sitúa debajo de ellos.
Esto se llama virtud del no-luchar.
Esto se llama utilizar a los hombres,
esto se llama entrar en armonía con el cielo,
en ley desde la antigüedad.

 

 

Capítulo 69

 

 

Entre los estrategas militares corre un dicho:
“Yo no me atrevo a hacer de anfitrión, prefiero hacer de huésped;
no me atrevo a avanzar un cun, prefiero retroceder un chi.”
Es lo que se llama marchar (en columna) como si no se marchara,
remangarse como si no hubiera brazos,
empuñar las armas como si no se tuvieran,
imponerse como si no hubiera enemigo.
No hay mayor desgracia que despreciar al enemigo,
despreciar al enemigo es casi como perder mi tesoro.
Cuando se enfrenten fuerzas iguales,
vencerá el que se lamenta.

 

 

Capítulo 70

 

 

Mis palabras,
son fáciles de comprender,
fáciles de practicar;
pero en el mundo no hay nadie capaz de comprenderlas,
no hay nadie capaz de practicarlas.
Mis palabras tienen un origen,
mis actos tienen un señor.
Como no los conocen,
tampoco me comprenden a mí.
Raros son los que comprenden,
con lo que resalta mi valor.
Por eso el sabio vestido de harpillera
alberga un jade en su pecho.

 

 

Capítulo 71

 

 

Conocer es no conocer,
he ahí la perfección.
No conocer es conocer,
he ahí el mal.
El sabio no padece este mal,
porque lo padece.
Lo padece,
y por eso está libre de él.

 

 

Capítulo 72

 

 

Si el pueblo pierde el miedo al poder,
aparecerá entonces un gran poder.
No se debe reducir su espacio vital,
ni agobiar su existencia.
Sólo si no se le agobia,
no manifestará disgusto.
Por eso el sabio,
se conoce y no se exhibe,
se ama y no se ensalza.
rechaza lo uno y adopta lo otro.

 

 

Capítulo 73

 

 

Quien su valor manifiesta en la temeridad, será muerto;
quien su valor manifiesta en la no temeridad, vivirá;
de los dos, uno obtiene beneficio y el otro daño.
De la aversión del cielo,
¿quién conoce la razón?
El dao del cielo es
saber vencer sin luchar,
saber responder sin palabras,
saber acudir sin haber sido llamado,
saber establecer planes sin presura.
La red del cielo es muy amplia,
nada deja escapar aunque grandes son sus murallas.

 

 

Capítulo 74

 

 

Si el pueblo ya no tiene un constante temor a la muerte,
¿cómo se va a poder intimidarle con la muerte?
Si se pudiera hacer que el pueblo temiera siempre a la muerte,
y a los infractores de la ley pudiera yo aprehenderlos y ejecutarlos,
¿quién, después, se atrevería?
Si el pueblo teme constantemente a la muerte,
alguien entonces tiene encomendada la tarea de matar.
Matar en lugar de quien tiene encomendada esa tarea,
es como serrar madera en lugar del carpintero.
Quien sierra madera en lugar del carpintero,
rara vez no se hiere la mano.

 

 

Capítulo 75

 

 

Los hombres están hambrientos,
porque los muchos impuestos les arrebatan su cosecha,
por eso tienen hambre.
El pueblo no se dejará gobernar,
porque sus gobernantes actúan,
por eso no se dejan gobernar.
El pueblo desprecia la muerte,
porque los de arriba dan demasiada importancia a la vida,
por eso desprecia la muerte.
No hacer por la vida,
es más sabio que estimar altamente la vida.

 

 

Capítulo 76

 

 

El hombre al nacer es blando y débil;
cuando muere, rígido, firme y duro.
Las diez mil plantas y árboles son tiernos y frágiles al nacer;
cuando mueren están secos y consumidos.
De ahí el dicho:
“La firmeza y la dureza,
son atributos de la muerte;
la blandura y la debilidad,
son atributos de la vida.”
Por esta razón las armas fuertes no vencen,
el árbol vigoroso muere.
Lo firme y lo grande ocupan el lugar inferior;
lo blando y lo débil, el superior.

 

 

Capítulo 77

 

 

El dao del cielo,
semeja al que tiende un arco,
hace bajar lo que está arriba,
eleva lo que está abajo,
reduce lo excesivo,
aumenta lo insuficiente.
El dao del cielo,
reduce el exceso y colma la escasez;
el dao de los hombres,
despoja al necesitado y concede más al que ya tiene de sobra.
¿Quién es capaz de tener en exceso
y ofrecérselo al cielo,
sino sólo quien posee el dao?
Por eso el sabio actúa pero de nada se apropia,
realiza su obra sin considerar su mérito.
De esta manera, no siente deseos de manifestar su talento.

 

 

Capítulo 78

 

 

Nada hay en el mundo más blando y suave que el agua,
pero nada puede superarla en el combate contra lo duro y resistente,
en esto nada puede sustituirla.
El agua vence a lo más duro,
lo débil vence a lo fuerte,
no hay en el mundo quien desconozca esta razón,
pero tampoco quien sea capaz de ponerla en práctica.
De ahí que el sabio diga:
“Sólo quien asume los oprobios del Estado,
merece ser llamado señor del país.
Sólo quien soporta las desgracias del Estado,
merece ser llamado rey del mundo.”
Las palabras verdaderas parecen paradójicas.

 

 

Capítulo 79

 

 

Cuando se reconcilia un gran resentimiento
permanece aún necesariamente un cierto resentimiento,
¿cómo podría considerarse esto como algo bueno?
Por eso el sabio conserva la mitad izquierda del contrato,
pero no se querella contra el otro.
Quien posee la virtud mantiene lo acordado,
quien no posee la virtud se entrega a reclamaciones.
El dao del cielo no sabe de parentescos,
siempre se dispensa en los hombres de bien.

 

 

Capítulo 80

 

 

Un Estado pequeño de escasa población,
que aunque posee gran cantidad de herramientas no las usa,
donde el pueblo siente respeto por la muerte y renuncia a desplazarse.
En el que no hay necesidad de montar en los barcos y carros,
ni de exhibir las armas y corazas.
Donde el pueblo retornará al uso del sistema de nudos.
Encontrará sabrosa su comida,
hermosa su ropa,
alegres sus costumbres,
tranquilas sus moradas.
Los Estados vecinos se divisarán a lo lejos,
se podrá oír el canto de sus gallos y el ladrido de sus perros,
pero las gentes envejecerán y morirán sin haberse visitado.

 

 

Capítulo 81

 

 

Las palabras verdaderas no son agradables,
las palabras agradables no son verdaderas.
El saber no es la erudición,
el erudito nada sabe.
El bien no es lo mucho,
lo mucho no es bueno.
El sabio no acumula;
obrando para los otros,
tiene cada vez más;
dando a los demás,
posee más cada vez.
Es propio del dao del cielo,
beneficiar y no causar daño;
es propio del dao del hombre,
actuar y no luchar.

 

 

Traducción de Iñaki Preciado.

 Escuela Laoshan

Calle Cabrera Pinto 51, La Laguna

Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias

España